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ÚNICA
ZÜRN, un alma en penumbras.
Por
: Susana Cattaneo
Hace
algunos años recorrí librerías
de Buenos Aires. Muchas. Mi
búsqueda apuntaba al libro
que contenía dos obras de
Única Zürn: "Primavera sombría"
y "El hombre jazmín".Preguntar
por ese libro y esa autora,
provocaba el mismo efecto
que si hubiera preguntado
por un kilo de uvas o una
planta de azalea. El vendedor
de turno quedaba descolocado,
daba un paso atrás o su rostro
adquiría rasgos de sorpresa.
Los más rápidos, que eran
los que no se quedaban sin
habla, decían no conocerla;
otros preguntaban si era argentina.
Algunos exclamaban: "única
¿¡qué!?".
Después de tan vana búsqueda
me llega el libro desde Sevilla,
gracias a una amiga que se
encarga de ubicarlo. En
la época en que quisimos agruparnos
a través de lo que se llamó
el MRL ( Movimiento de revistas
literario) alrededor del año
2001 , di una charla en una
de las reuniones de ese movimiento
sobre esta escritora.
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Para
mi satisfacción, al concluir, varias
personas se me acercaron para decirme
que se quedaron con "ganas de más".
Es mi intención dejar en esta nota,
algunos datos de ella ,en forma
breve, para que cada vez sea menos
desconocida.
Única
Zürn nació en Berlín en 1916 y se
suicidó en París en 1970. Su obra
consiste en una novela corta: "Primavera
sombría" y otra mucho más extensa,"El
hombre jazmín", ambas de corte autobiográfico.
En sus escritos hay una lucha contra
la esquizofrenia y también la confrontación
desde temprana edad, a un mundo
hostil teñido de la posguerra berlinera.
Esta confrontación no es sólo externa:
también se da con los abismos e
infiernos interiores de la propia
personalidad.
Tuvo varias internaciones por crisis
psicóticas, crisis que la llevaron
al suicidio.
Fue compañera desde 1953 del pintor
Hans Bellemer y admirada por grandes
hombres del superrealismo: André
Breton, Hans Artp,Marcel Duchamp;
Henri Michaux, Max Ernst, Michel
Leiris.
Su escritura es de las más reveladoras
de la experiencia humana.
También ha escrito algunos relatos
breves para periódicos, los que
publicó entre 1949 y 1955 y que
se han reunido en un libro titulado
"El trapecio del destino y otros
cuentos".
"Primavera sombría"
(...)Saca del armario un pijama
más bonito y se lo pone. Se mira
al espejo por última vez. Imagina
el golpe que su cuerpo dará en el
suelo y las manchas de tierra y
de sangre que habrá en el pijama.
En el cementerio reinará un silencio
de muerte y la gente se mirará con
ojos de culpabilidad: ¿No sabéis
que aquí hay una niña que se mató
por amor? Y en adelante los padres
serán menos severos y más cariñosos
con sus hijos, para que no les ocurra
lo mismo. Y piensa también en el
duro y estrecho ataúd, en el que
no podrá estirar los brazos y las
piernas como hace en su cama blanda.
Estará rígida como un soldado. ¿Y
si no se mata al caer y la salvan?
(...)Ya está casi oscuro en la habitación.
Sólo llega a la ventana el resplandor
de una farola de la calle. Ya le
es indiferente morir "en suelo extraño"
o en su jardín. Se sube al alféizar,
se sujeta con fuerza a la cuerda
de la persiana y ve su oscura silueta
en el espejo. Le parece encantadora
y empieza a sentir compasión de
sí misma. " Se acabó", dice en voz
baja, y antes de que sus pies se
separen del alféizar, ya se siente
muerta. Cae de cabeza y se desnuca.
Su cuerpecito queda extrañamente
doblado sobre la hierba. El primero
que la encuentra es el perro. El
animal mete la cabeza entre las
piernas de la niña y empieza a lamer.
En vista de que no se mueve, se
tiende a su lado llorando suavemente.
"El hombre jazmín"
(...)¡Qué suerte estar antes del
principio! Nada puede pasarnos porque
no podemos chocar con nosotros mismos.
Cuando la abandonan un millón de
glóbulos rojos, cuando su cuerpo
se cubre de innumerables manchas
rojas de alegría, escribe en el
manuscrito de una anémica: "Alguien
me recorre en un viaje a través
de mi ser. Desde esta perspectiva,
se cierra el círculo . Él me recorre
por dentro y me rodea desde afuera
- ésta es mi nueva situación-. Y
me gusta(...)
(...)Por la tarde se da cuenta de
que ninguno de los invitados a la
fiesta ha acudido. El que viene
es el anfitrión que le ruega que
salga inmediatamente de su casa(...)
(...)Como una clave, como una consigna
le gritan: "Pues en tal caso tienes
que ir a Wittenau."
Ella sabe lo que esto significa.
Conoce este nombre desde niña. En
Wittenau viven los locos.(...)Cielo
azul de mediodía en primavera, ¿cuántas
veces te has oscurecido de pronto,
cuando llega el vahído, la súbita
desintegración de lo que uno llama
su seguridad? Por lo menos una vez
y me estremezco al pensarlo. Yo
he visto con espantosa nitidez esta
repentina negrura. Y es que no todo
el que es aniquilado mira al cielo(...)
(...)Nadar en la blancura y fundirse
para siempre con la imagen blanca.
Y este es mi tormento y también,
al mismo tiempo, nuestro cuchillo
que es mejor que un amigo.
Escrito con una gran angustia el
24 de febrero de 1959. |
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