Marosa
di Giorgio (Salto, 1932 - Montevideo,
2004): la furtiva magia del mundo.
Esteban
Moore, Buenos Aires, 2005.
En la década de los setenta,
uno de los integrantes, no recuerdo
cuál, de la mesa que compartíamos
los lunes por la tarde en el café
Las palmas, nos comentó
que había adquirido en
la Librería Hernández
1 un ejemplar de Los papeles salvajes
2 de Marosa di Giorgio. El volumen
de tapas anaranjadas luego circularía
de mano en mano, y, en más
de una ocasión, alguno
de los que allí nos reuníamos
leyó sus poemas en voz
alta. De aquella época
me ha quedado grabado en la memoria:
"Cuando llueve mucho los
ángeles se alinean en el
jardín como pequeños
druidas, juntan un poco las puntas
rosadas (los caballos al verlos,
huyen despavoridos... " .3
En 1991, durante el transcurso
de Tráfico Poético,
un encuentro uruguayo-argentino
de poetas organizado en Montevideo
por Horacio Verzi (revista Graffiti)
y Luis Bravo (Ediciones de Uno),
tuve la oportunidad de escuchar
a Marosa leer sus textos en La
Cumparsita, un café-bar
cercano a Facultad de Humanidades
y Ciencias del Uruguay. Su voz,
como el temblor remoto de un trueno
lejano, atravesó el local;
de su boca las palabras salían
imantadas en busca del aire, danzando
al compás de un ritmo que
es la propia música de
nuestra lengua, introduciendo
en la tibia noche montevideana
"visiones, terrores, alucinaciones,
en un mundo donde las condicionantes
reales pasan definitivamente a
un segundo plano. Logrando "...
En la conjunción de lo
féerico y lo fantástico
[...] un cruce que a nuestro entender
es el que le calza más
ajustadamente: lo maravilloso
negro. En esa subcategoría
del género -donde transitan
sin ataduras lo horrible, lo exótico-erótico
y lo sobrenatural- las figuras
mitológicas (el Diablo,
Dios, los ángeles, las
santas) no son fantásticas
por sí mismas sino porque
encarnan con plenitud pagana,
lo salvaje y sus instintos. En
lo maravilloso negro de di Giorgio
lo "monstruoso" representa,
o pone en juego, la dicotomía
del inconsciente, haciendo real
el deseo oculto (inefable), activándose
así una poderosa carga
de horror y atracción simultáneas."
4
El corpus poético de di
Giorgio es el territorio donde
se dan cita y se funden en una
voz singular los mundos de los
hermanos Jacob y Wilhelm Grimm,
Lewis Carroll, el folklore y los
mitos populares europeos, Edgar
A. Poe, Dylan Thomas, Horacio
Quiroga y Delmira Agustini. Respecto
de ésta última,
Amir Hamed señala que:
"Si Delmira tiene hambre
de leones o buitres, Marosa juega
a repartir la voracidad en un
ambiente de cultura, como la cocina.
Es la madre o la abuela que han
guisado, lo que es decir, es una
Delmira la que hizo la primera
cocción" 5
Marosa di Giorgio nació
en la zona agraria de Salto, y
vivió en dicha ciudad hasta
que en 1978 se trasladó
a Montevideo, donde falleció
el 17 de agosto de 2004. La zona
chacarera de Salto en donde la
medida del tiempo tenía
una directa relación con
las cosechas y la parición
del ganado, es el escenario en
el que inscribe sus textos, producto
de una poética visceral,
plena de animismo que vitaliza
y humaniza ese paisaje.
Su mirada, nacida de "ojos
soñadores de maravillas",
como los de Alicia, difiere de
la de sus contemporáneos;
su voz se corresponde con la de
Lewis Carroll en el poema del
prólogo de Alicia a través
del espejo: "no tocaré
con el aliento de la tristeza
la delicia de nuestro cuento de
hadas". 6
Esta mirada y el deseo de habitar
eternamente el universo de la
inocencia, la que nunca se permitirá
perder, la guían en un
proceso de resemantización
de ese paisaje agreste y salvaje.
Ella lo poblará de brujas,
lobos, cipreses, magníficas
flores que irisadas adoptan colores
casi fantásticos, ángeles,
druidas, gallinas que ponen huevos
de un oro intenso, liebres de
ojos granates, lechuzas con sobretodos
oscuros, hongos confitados, cirios
danzantes, vegetales animados,
diablos ocultos, ángeles
que todavía conservan un
resto de eternidad, figuras beatíficas,
monjas y unicornios sagrados,
entre otras cosas. Los nombres
de sus personajes: el joven Van,
las doncellas Beryl y Aralda y
el señor Yeats, aluden
indirectamente al folklore de
lejanos pueblos germánicos,
al cristianismo de raíces
paganas de los primeros celtas.
En una entrevista confiesa: "Yo
era un testigo, las cosas pasaban,
yo las miraba en profundidad,
con una atención extrema
y dolorosa [...] las cosas siguen
saliendo, vuelven, se van, vuelven,
¿por qué las voy
a desechar?" - se preguntaba
-. Esta actitud que asume no es
la de una simple observadora;
ella nombra los hechos cotidianos,
los objetos y las cosas, y lo
hace de modo tal que éstos
cobran ante nuestros ojos una
nueva perspectiva: " Las
flores de zapallo corren por el
aire y por la tierra como una
enredadera de bengalas; mi madre
las siega, las pone en el cesto;
de pronto, se estremece, se queda
inmóvil; pero; huye hacia
la casa; y pronto un aroma a óleo
y a almuerzo recorre la casa.
Estoy sentada en el comedor, trazo
mis deberes -tendré que
cruzar el campo, que ir a la escuela-
, los platitos y las tacitas se
alinean como calaveras de niñas
recién nacidas. Surge un
diablo; se para a mi lado. Mi
madre -desde allá- nota
que hay algo extraño entre
las paredes; acude; él
se oculta; ella va hacia el jardín,
dice algo para disimular; luego
se arriesga: -Creo que aquéllos
están otra vez; hoy vi
uno en el zapallar."
Este universo familiar, cuyo centro
es una chacra de Salto, donde
la furtiva magia del mundo tiene
una presencia real, no es un lugar
seguro, se halla en constante
peligro. Sobrevivirá, parece
susurrarnos al oído Marosa
di Giorgio, en tanto la ambición
del hombre no se obstine en secularizar
lo absoluto y sobrenatural.
1-
El viejo local de la Avenida
Corrientes 1580.
2- Los papeles salvajes, Arce,
Montevideo, 1971.
3- Poema N° 4 de Magnolia,
Los papeles Salvajes, Arca,
Montevideo, 1971.
4- Luis Bravo, Cuadernos de
Marcha (AñoXII, Nº129,
julio 1997).
5- Amir Hamed, Uruguay a través
de su poesía, Siglo XX,
Editorial Graffiti,
Montevideo, 1996.
6- The Annotated Alice- Lewis
Carroll, ed. Martin Gardner,
Penguin, 1965.
Poema X (de Magnolia)
Este
melón es una rosa,
este perfuma como una rosa,
adentro debe tener un ángel
con el corazón y la cintura
siempre en llamas.
Este es un santo,
vuelve de oro y de perfume
todo lo que toca;
posee todas las virtudes, ningún
defecto,
Yo le rezo,
después lo voy a festejar
en un poema.
ahora, sólo digo lo que
él es:
un relámpago,
un perfume,
el hijo varón de las rosas.
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