EQUILIBRIO
 Por Silvia Mazar


 

Cruzó el asfalto humeante del verano en busca del banco que a la sombra del plátano lo estaba esperando.Vacío,confortable en la tarde de enero.Zapatos de cuero,medias de nylon,corbata de rayón,todo lo ahogaba.Esta era su hora de almorzar,pero el sólo queria estarse a la sombra;parpadear despacio,esperar que alguna hoja cayera sobre sus pantalones y a lo mejor encontrar un pájaro.
Miró al cielo hasta que la frente comenzó a desprenderse de su cara y fue a subirse en las alas de un gorrión que bajó a tomar agua.Desde allí se veía todo bien;los árboles quedaban en primer plano y las medias de nylon desaparecían.Sus oídos martillados de teclas se fueron acostumbrando al nuevo sonido que ahora los ocupaba,la música infinita de su propia respiración.
De pronto ¡zac! Un golpe seco en el lomo,cae veloz en el aire y se estrella contra las baldosas.Hondazo que llego justo a tiempo,como arma inefable del equilibrio ecologico de la ciudad,porque la hora de almorzar se habia cumplido. 

 

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