NOIR BROUILLARD ROUGE Por Susana Fernández Sachaos




El negro viste de oscuridad a la noche. Por tal razón en la noche se aproxima el silencio y todo desaparece. Los fantasmas y los sueños acuden a la noche que parece vacía. Pero la noche puede ser blanca como en el cuadro Noche blanca de Edvard Munch. (1)

Es en ese cuadro, donde además de revelarse su más interesante personalidad de colorista, el negro de la noche hace un viraje al blanco, ubicándose en el otro extremo del espectro luminoso.

Desde ese gesto nocturno Munch aleja a la negra oscuridad pintando el paisaje blanco y nevado.

 

La intimidad de la noche profundamente oscura, se abre acogedora y su vacío se llena con la presencia de la nieve En este cuadro podemos descubrir lo que puede disimular y guardar la noche.

La niebla esconde y oculta igual que la noche. En un cuadro de Giuseppe De Nittis, titulado Westminster (2), aparecen como en un espejismo, perdidos y casi disueltos en la niebla el Palacio del Parlamento londinense y el Big Ben.

Hay una identidad de ausencia y de presencia en sus siluetas. En fuerte contraste, se recortan en un primer plano en plena luz del día figuras de hombres y mujeres que miran el alejado paisaje en brumas. Es una pura claridad aparente donde el día se hace nocturno, donde las seguridades del día pueden perderse detrás de ese velo amenazante.

Entre el negro y el blanco: el rojo. El rojo que puede aludir a la sangre. Sangre que puede correr como un río rojo durante las guerras.

Guenica, título de un cuadro de Pablo Picasso (3), nos recuerda al devastador bombardeo perpetrado por la Legión Cóndor alemana, en la pequeña villa vasca del mismo nombre, en 1937. Se produjo una verdadera masacre entre la población civil.

El 1º de Mayo de ese año, Picasso recibe las primeras informaciones y fotografías que le producen tal impresión, que en poco más de un mes tiene listo el cuadro.

Una serie de figuras resuelven emblemáticamente el horror del suceso. Tanta sangre, tanto rojo. Sin embargo, Picasso renuncia al color. Guernica en blanco, negro y entre uno y otro los grises semejantes a la niebla. Esta elección produce la muerte del color que de esa manera acentúa el dramatismo de la composición. Noche, niebla, sangre en el mundo, también en la representación que de él hacen los artistas.

Ellos nos acercan con su obra al drama del hombre contemporáneo y apaciguan y distancian la angustia que se siente frente a los hechos terribles del mundo, como si en la obra, esas mismas realidades, pudieran transformarse en una imagen estable e inmutable.

(1) Noche blanca, óleo, 115,5 cm. X 110,5 cm. Colección Galería Nacional, Oslo, Noruega, 1901
(2) Wesminster, óleo, 110 cm. X 195 cm. Colección Marzotto, Valdagno, Italia, 1873
(3)Guernica, óleo, 7,82 m. X 3,51 m. Museo del Prado, España, 1937

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