Alberto
Girri: la búsqueda de la
lengua
Por
Esteban Moore. Buenos Aires.
La
intimidad de la noche profundamente
oscura, se abre acogedora y su vacío
se llena con la presencia de la
nieve En este cuadro podemos descubrir
lo que puede disimular y guardar
la noche.
La niebla
esconde y oculta igual que la
noche. En un cuadro de Giuseppe
De Nittis, titulado Westminster
(2), aparecen como en un espejismo,
perdidos y casi disueltos en la
niebla el Palacio del Parlamento
londinense y el Big Ben.
Entre el negro
y el blanco: el rojo. El rojo
que puede aludir a la sangre.
Sangre que puede correr como un
río rojo durante las guerras.
Guenica, título
de un cuadro de Pablo Picasso
(3), nos recuerda al devastador
bombardeo perpetrado por la Legión
Cóndor alemana, en la pequeña
villa vasca del mismo nombre,
en 1937. Se produjo una verdadera
masacre entre la población
civil.
El 1º
de Mayo de ese año, Picasso
recibe las primeras informaciones
y fotografías que le producen
tal impresión, que en poco
más de un mes tiene listo
el cuadro.
|
Los
premios nacionales de poesía
del período 1961-65
correspondieron a Silvina
Ocampo, Alberto Girri y
Jorge Vocos Lescano, autores
cercanos a la revista Sur.
Este acontecimiento fue
celebrado en la sede de
la editorial y el orador
principal fue Jorge Luis
Borges. En esa oportunidad
Borges le dedicó
a Girri unas pocas palabras:
"... ha buscado
y sigue emprendiendo las
aventuras más audaces
del arte contemporáneo,
al mismo tiempo ha traducido
ejemplarmente a Donne. Y
este hecho tiene una significación
especial ya que esas traducciones
no están hechas como
un ejercicio filológico
sino porque hay una esencial
afinidad entre el traducido
y el traductor. Por lo demás
Donne está quizás
más cerca de nuestra
sensibilidad que de la sensibilidad
de muchos de sus contemporáneos.
|
Y
de igual manera que Donne buscó
no la poesía de la dulzura
que todos buscaban en su tiempo,
sino esa otra poesía, no
menos admirable y ardua, de lo áspero,
así Girri ha buscado deliberadamente
la misteriosa poesía de la
aspereza y de lo -pero sólo
aparentemente- caótico.
Es una ardua tarea, como lo he dicho,
y él lo ha logrado con la
felicidad que todos sabemos."
1
Llaman la atención en este
discurso de ocasión, eminentemente
social, en el que también
se alude al tópico central
de El escritor argentino y la
tradición, algunos de
los términos utilizados y
asombra también la intención
de establecer una forzada afinidad
entre los poetas aludidos y luego
definir sus respectivas búsquedas
poéticas con un adjetivo
más apropiado para calificar
una lija, una escofina o el duro
concreto de las autopistas.
Años más tarde, en
una entrevista, Borges hablaría
de su experiencia como lector de
la obra del autor de Casa de
la mente: "De
Girri puedo decir esto: a veces
no lo he entendido; pero siempre
que lo he entendido, lo he admirado.
A
veces el poema me ha excluido,
sin duda por incapacidad mía,
no por torpeza suya. Yo querría
conversar con él, y querría
pedirle, humildemente, explicaciones
sobre algunas cosas." 2
A buen entendedor pocas palabras,
toda una boutade borgeana,
pura estrategia literaria. Lo
paradójico es que estas
opiniones que pertenecen al personaje
público, políticamente
incorrecto construido por Borges,
han trascendido convirtiéndose
en un dictum irrevocable.
En la actualidad no son pocos
los que consideran que la escritura
de Girri conforma un cuerpo textual
de difícil penetración,
áspero y enigmático,
opinión que en una sociedad
mediatizada como la nuestra ha
funcionado como una perfecta maldición.
Pese a ella Girri halló
su público, que incluyó
un núcleo de lectores atentos,
entre ellos: Juan Liscano, Jorge
Cruz, Guillermo Sucre, Octavio
Paz, Enrique Pezzoni, Danubio
Torres Fierro, Jason Wilson, Thomas
Merton, Aldo Pellegrini y Jorge
A. Paita.
Alberto Girri, argentino de primera
generación por parte de
padre, nació en 1919 en
el barrio de Almagro, realizó
sus estudios secundarios en el
Colegio Nacional Rivadavia y finalizó
su educación formal en
la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de
Buenos Aires. Allí conoció
a Héctor A. Murena y a
otros integrantes de diversos
círculos literarios e inició
una larga y fructífera
relación con el suplemento
literario del diario La Nación
y la revista Sur.
En 1946 publica Playa sola,
el primero de una serie de eslabones
de una cadena que se extendería
hasta su muerte en la década
de los 90. A partir de este título
inicial surgirían una serie
de malentendidos alrededor de
este poeta y su obra que se renovarían
tenaz y cíclicamente a
través de los años.
Se ha dicho de él, entre
otras muchas cosas, que es un
poeta cercano a las poéticas
de la generación del 40,
que sus textos no sugieren verbalmente,
que fue influenciado por el verso
blanco inglés, que es un
poeta de tono extranjero, que
sus intereses se volcaban exclusivamente
hacia las literaturas sajonas,
que su fraseo no posee musicalidad,
que sus textos pueden ser leídos
como aforismos, que es un hombre
ajeno a la emoción poética
y que su poesía es ininteligible
En Arte poética, incluida
en La penitencia y el mérito,
esboza un primer plan de trabajo.
Esta puede ser considerada una
síntesis de los objetivos
trazados en lo que podemos denominar
su primer período: "Una
premisa constante, la duda,/ indagando
en la realidad,/ buscándola
fuera de contexto;/ la materia
a expensas del lenguaje. // "Una
síntesis intransferible
y bella / con ánimos, bestias,
escrituras, / profanados sub especie
aeternatis; / la imaginería
a expensas de los tormentos. //
Una teología creadora de
objetos / que se negarán
a ser hostiles a Dios."3
Más de veinte años
más tarde declararía
que estas conclusiones que para
él en su momento fueron
un programa se cumplieron a medias.
¿Pesaba en su memoria la
escritura de Borges que en su
juventud le deparó una
grata revelación que nunca
olvidaría ?
En una entrevista realizada a
mediados de los 70 por Santiago
Kovadloff y publicada en la revista
Crisis, señaló que
existe: "Una literatura,
una poesía escrita en lengua
española, antes de Borges
y a partir de él."4
En otra ocasión, en una
entrevista otorgada a Danubio
Torres Fierro reproducida en Plural
5, dice a modo de confesión:
"En algún lugar
Pound observa que es imposible
escribir buena poesía si
no se ha leído a Stendhal
o a Flaubert, lo que es una verdad
indiscutible. Entre nosotros,
ese Stendhal o ese Flaubert era
-es- Borges. Él me mostró
la posibilidad de una concisión
epigramática, de una sintaxis
estricta en el español,
cosas que en un principio me parecían
inalcanzables." Girri
descubrió tempranamente
aquello que Augusto Monterroso
hallaría en 1945 en el
prólogo a La metamorfosis:
"
el lenguaje. Hoy
lo recibimos con cierta naturalidad,
pero entonces aquel español
tan ceñido, tan conciso,
tan elocuente, me produjo la misma
impresión que experimentaría
el que, acostumbrado a pensar
que alguien está muerto
y enterrado, lo ve de pronto en
la calle, más vivo que
nunca. Por algún arte misterioso,
este idioma nuestro, tan muerto
y enterrado para mi generación,
adquiría de súbito
una fuerza y una capacidad para
las cuales lo considerábamos
ya del todo negado. Ahora resultaba
que era capaz de expresar cualquier
cosa con claridad y precisión
y belleza; que alguien nuestro
podía contar nuevamente
e interesarnos nuevamente en una
aporía de Zenón,
y que también alguien nuestro
podía elevar (no sé
si también nuevamente)
un relato policial a categoría
artística. Súbditos
de resignadas colonias, escépticos
ante la utilidad de nuestra exprimida
lengua, debemos a Borges el habernos
devuelto, a través de sus
viajes por el inglés y
el alemán, la fe en las
posibilidades del ineludible español."6
Recuperada la fe en su propia
lengua, no solo a través
de Borges, sino también
a través de aquellos a
los que éste se refiere
en El idioma de los argentinos:
"Mejor lo hicieron nuestros
mayores. El tono de su escritura
fue el de su voz; su boca no fue
la contradicción de su
mano. Fueron argentinos con dignidad:
su decirse criollos no fue una
arrogancia orillera ni un malhumor.
Escribieron el dialecto usual
de sus días: ni recaer
en españoles, ni recaer
en malevos fue su apetencia. Pienso
en Esteban Echeverría,
en Domingo Faustino Sarmiento,
en Vicente Fidel López,
en Lucio V. Mansilla, en Eduardo
Wilde"7; Girri
emprendió su solitario
camino, la búsqueda de
su propio lenguaje, de uno que
nada tuviera que ver con ciertas
características que Jorge
Semprún asocia a: "la
complejidad gutural y barroca
del castellano." 8
En el contexto literario vernáculo
signado por las corrientes neorromántica
y surrealista, decidió
que la poesía no era eso
que le ofrecían sus contemporáneos.
De los neorrománticos rechaza
la multiplicación constante
de imágenes, el predominio
del yo de la enunciación,
y una visión del mundo
y de las cosas que se resolvía
exclusivamente en un lirismo almibarado
de exageradas proporciones elegíacas
y nostálgicas. De los surrealistas,
su actitud grupal; y las consecuencias
de ella incentivaron su mordacidad:
"
si usted toma una
antología surrealista y
borra los nombres de los autores
de los poemas, en la mayoría
de los casos esos poemas pueden
ser intercambiables."
9 Palabras que nos hacen
recordar por otra parte el absoluto
terror que despertaba en él
la uniformidad, el ejercicio de
la reproducción impuesta
por los modelos de culto. "Y
a propósito, ¿no
es aguda la observación
de Barthes, de que cuando el adjetivo
es estereotipado sirve a la ideología,
y que hay identidad entre ideología
y estereotipo?10
Girri, que había accedido
a una educación formal,
poseía nociones de las
lenguas clásicas y una
debilidad por la lengua italiana
que sólo podía rivalizar
con el amor que sentía
por el inglés. Sus lecturas
fueron variadas y maratónicas,
reconoció influencias de
Charles Baudelaire, Walt Whitman,
Edgar Allan Poe, Dante, Catulo,
los Padres de la Iglesia (particularmente
San Agustín), Celedonio
Flores, Wallace Stevens, T.S.
Eliot, San Juan de la Cruz, John
Keats, y de los letristas de tango
como así de la obra de
Julio y Francisco De Caro: "La
inigualada estilización
de esas composiciones [
]
música de tango que es
música a secas, y que en
no pocas veces estuvieron en mis
afanes por la literatura. Quizás,
tanto como en algunos libros,
aprendí de su espíritu
a perseguir ese ideal de unidad
y equilibrio a que todo escritor
aspira, y la lección de
la parquedad, el apartarse de
lo trillado y la falsa elocuencia."11
Todos ellos compartieron sus preferencias
con aquellos otros poetas que
traduciría posteriormente
y cuyas traducciones -versiones-
daría a conocer como apéndices
de sus propios libros. Algunos
de estos autores, no cabe duda,
fueron elegidos por afinidad y
gusto personal, otros en cambio,
distantes de su propia concepción
de la poesía, penetran
su mundo referencial porque resultaban
funcionales a un proyecto que
se iba armando de pequeños
fragmentos y descubrimientos.
A partir de la edición
de Playa sola el autor dio a conocer:
Coronación de la espera
(1947), Trece poemas (1949), El
tiempo que destruye (1951),
Escándalos y soledades
(1952), Línea de la
vida (1955), Examen
de nuestra causa (1956),
La penitencia y el mérito
(1957), Propiedades de la magia
(1959), La condición
necesaria (1960) y Elegías
italianas (1962). Pero no
es hasta la publicación
de El ojo (1963), que ciertas
tendencias ya identificables en
su producción se acentúan
¿se exacerban? Este libro
parece ser el definitivo punto
de inflexión en su obra,
a partir de él ya podemos
hablar de un estilo o de una escritura
Girri. Significativamente, a este
título le siguió
una importante antología,
Poemas elegidos (1965),
cuya selección realizó
el autor, y que fue prologada
por Jorge Andrés Paita.
En ella Paita, un poeta de formación
clásica y un lector sagaz,
comenta pertinentemente que "
la
intuición central del poeta
de Elegías Italianas consiste
en concebir el mundo y la vida
como una corrupción de
lo eterno.[
] "En el
curso de una labor tan sostenida
y vasta esa intuición central
no sólo ha permanecido
sino que ha logrado concentrarse
y ramificarse como un árbol
de poderosa arquitectura. Fragmentos
de ese sombrío destello,
convocados por temas superficialmente
distantes aparecen y reaparecen,
componiendo con los rasgos de
una escritura ya inconfundible
esa fuerte y viva unidad que es
esencia del arte. Porque en todos
los poemas, más o menos
a flor de verso, hay en gestación
permanente un único motivo,
que es la preocupación
ética ante un mundo desarticulado."
12
En El ojo y a partir de él,
su verso se despoja definitivamente
de lo que él considera
excesos retóricos, decorativos
y convencionales de la lengua
castellana, excluye todo pintoresquismo
y adopta un ritmo marcado y fluctuante;
el poema desconfía de la
imagen, transformándose
en un objeto de rígida
estructura. En este volumen incluye
un texto significativo, en el
que se intuye un adelanto de aquello
que podríamos esperar a
partir de ese momento:
Cuando la idea del yo se aleja:
De
lo que va adelante
y de lo que sigue atrás,
de lo que dura y de lo que cae,
me deshago,
abandonado quedo
del fuerte soplo,
del suave viento,
y quieto, las espaldas
vueltas las manos hacia arriba,
apoyo en el suelo,
corazón
abjurando de armas, faltas,
de oraciones donde borrar las
faltas,
blando organismo,
entidad
que
ignora cómo decir: "Yo
soy"
y en la enfermedad y la muerte,
vejez y nacimiento,
ya no encontrarán lugar,
como no lo encontraría
el tigre
para meter su garra,
el rinoceronte el cuerno,
la espada su filo.
Antes
hacía, ahora comprendo.
13
Desde
aquí en más y, hasta
sus días finales, Alberto
Girri dedicaría todas sus
energías físicas
y espirituales a la literatura,
destilando en un renovado proceso
dialógico una serie de
influencias. En el poema transcrito
denota el comienzo de la erosión
del yo y la voluntad de
señalar una de sus fuentes,
Lao-tsé, cuyos ecos serán
audibles a partir de aquí
en la obra de Girri : "Aquel
que se muestra no es luminoso
/ Aquel que se justifica no tiene
eminencia / Aquel que alardea
no será recompensado con
el reconocimiento / Aquel que
se jacta no perdura por mucho
tiempo." 14 "El
espíritu individual alcanza
el absoluto de sí mismo
por sucesivas negaciones; yo soy
el que piensa, no el que es pensado;
el sujeto puro no se concibe sino
como límite de una negación
perpetua. La idea misma de negación
es pensamiento; no es yo. Una
negación que se niega simultáneamente
se afirma: negación no
es simple privación, sino
acto positivo."15
Esta actitud se refuerza con su
condena a "La noción
del poeta-máscara, tan
pueril en cualquiera que haya
escrito alguna vez poemas de aceptable
lucidez."16
"Ahora comprendo",
nos dice en la última línea;
comprende que debe desarrollar
aquello a lo que en varias ocasiones
se refirió como "una
sintaxis personal", "una
sintaxis que pueda ser reconocida",
la marca en el orillo de cada
texto, su estilo. En el "Que
el tono se aproxime al del discurso
normal. Que la singularidad de
la dicción poética
radique más en la estructura
que en los detalles. [
]
Vocabulario extremadamente lineal.
Ninguna ambigüedad elaborada,
ni asociaciones dificultosas,
ni transiciones muy marcadas.
[
] Que los poemas se eleven
a la diafanidad de la prosa. Discurso
corriente, transformado en poema.
Con idénticas palabras,
lograr una forma distinta de comunicar
lo mismo. " 17
Este lenguaje cotidiano, las palabras
de todos los días, es el
que deberá encontrar un
modo renovado de expresión
en el poema, cuyos versos ajenos
al canto y el enfásis hallarán
los cortes según las emisiones
naturales de la voz y configurarán
como lo imagina en El dibujo
como poema 18, una
forma sobre la página en
blanco: "por fervor de
la mente, el valimiento / de no
ser copias serviles sino formas,
/ purificada acentuación
de formas ".
Se ha dicho que por su tono, su
precisión, el enfrentamiento
de los opuestos, el lenguaje de
Girri es comparable al de las
ciencias y, que es el discurso
de las ciencias, en el que se
inspira para definir ciertos aspectos
del funcionamiento interno del
poema. Ezra Pound ya había
dicho: "El ritmo es una
forma; existe como existe la quilla
de un barco, o las líneas
de un motor de automóvil,
para un propósito definido,
y debe existir con eficiencia,
una tan clara y definitiva como
aquélla que hallamos en
los barcos y los automóviles."
19 Estas palabras de
quien es considerado uno de los
maestros de la métrica
contemporánea nos guían
hasta Walter Gropius, quien en
1923 expresó: "Cada
cosa es determinada por su naturaleza,
y solo el conocimiento íntimo
de ésta nos permite modelarla
adecuadamente, con el fin de que
cumpla eficientemente sus funciones."20
Pero estos conceptos ya habían
sido expuestos más de tres
décadas antes, en los Estados
Unidos, por Louis Henry Sullivan,
un adelantado en la utilización
de estructuras de acero en la
construcción, quien defendió
la tesis de que la forma es determinada
por su función. Este principio
del funcionalismo, adoptado de
la ingeniería mecánica,
tendría distintos grados
de influencias en el campo de
las artes.
Citar a Pound, un poeta poco comentado
por Girri y siempre como al pasar,
no es, aunque lo parezca, un capricho.
Pues fue él quien en uno
de los manifiestos del Imaginismo
elevó al rango de "mandamiento"
ciertas premisas: no se deben
utilizar palabras superfluas,
ningún adjetivo que no
nos revele algo; el poeta debe
comprender que el "objeto
natural es siempre el símbolo
adecuado"; y en Los Cantos
utilizó continuamente el
método de "juxtaposición
sin cópula", elaborado
a partir del ensayo de Ernest
Fenollosa El ideograma
chino como un medio para la poesía
. Tenía además algunas
ideas personales acerca del ritmo:
éste debía producir
una especie de estado hipnótico
y "se debía componer
en la secuencia de la frase musical,
no en la secuencia del metrónomo."21
Estas ideas de un modo u otro
tienen un grado de presencia en
la poesía del argentino
haciendo de Pound, el que habría
sostenido que la lengua inglesa
es la hermanita menor de las lenguas
romances, una fuente que se oculta.
Otros dos casos interesantes son
los de Marianne Moore y William
Carlos Williams cuyas experiencias
poéticas recibieron la
atención de Girri La primera
comprendió rápidamente
que necesitaba desarrollar una
mayor disciplina prosódica
y diseñó un verso
cuyas características nada
tienen que ver con la libertad,
todo lo contrario, sus textos
son de una estudiada complejidad,
su diseño visual se articula
cuidadosamente sobre la página
en blanco, recurren al uso sistemático
de la rima y en ellos practica
un isosilabismo de número
variable, particularidades que
le aportan a una tradición
poética acentual, una poesía
cuantitativa.
Williams, a quien Girri le rinde
un inusual tributo en Homenaje
a W.C. Williams,22
construyó su verso convencido
de que el poema desarrolla una
forma rítmica en directa
relación a la forma del
poema-objeto. En su autobiografía
detallaría:"
el
poema, como toda otra forma de
arte, es un objeto que presenta
formalmente su caso y su significado
a través de la forma que
asume. Por lo tanto, siendo un
objeto, así debería
ser tratado y controlado."23
En El motivo es el poema,24
un libro central para su poética,
su pensamiento intenta arrojar
nueva luz sobre las relaciones
y los vínculos que se establecen
entre el universo de los significados
y el mundo de lo real. En la primera
parte Pretextos, Girri utiliza
como epígrafe una frase
de Vladimir Nabokov: "Not
the things you can say so much
better in plain prose" ("No
las cosas que podés decir
tanto mejor en simple prosa").
Con ella no pretende instituir
la existencia de tópicos
exclusivos para el campo de la
poesía. Nos refiere a una
lucha espiritual en la que la
caracterización del hombre
estará dada por el grado
de profundidad de su intuición
en la recuperación de experiencias
originales.
En una sociedad regida por un
extremo individualismo las percepciones
consisten mayoritariamente de
intuiciones no-organizadas. Sólo
pueden reaccionar "espontáneamente"
hacia el mundo de lo aparente.
En este sentido la reacción
se transforma en el contrario
de la acción y es incapaz
de desarrollar una visión
más allá de los
hechos y los objetos.
Desde este punto de vista y parafraseando
a Vladimir Ilich Ulianov podemos
decir que para Girri: "
el
pensamiento que asciende desde
lo concreto hacia lo abstracto,
no nos aleja de la verdad, nos
acerca a ella."25
A lo que el poeta seguramente
agregaría que el grado
de verdad y o de error de tales
experiencias serán expuestos
por el poema en directo comercio
con su posible lector. En este
aspecto la abstracción
posibilita que la poesía
ejerza una de sus funciones sociales:
convertirse en un modelo que escape
a la alienación, proponiéndose
como una posibilidad utópica
en un mundo pleno de dolor y muerte.
La poesía de Alberto Girri,
un conjunto de textos de una desesperante
unidad, no nos deja solamente
una visión del mundo, nos
entrega una prolongada y rica
experiencia, renovada texto a
texto, en la que la realidad es
el propio lenguaje y éste
es constitutivo del devenir humano.
Pero también nos entrega
una aguda reflexión acerca
de la creación poética,
de la que no están excluidas
las tradiciones de Occidente y
Oriente. Asimismo, Girri en este
trayecto mucho ha pensado, hablado
y comentado acerca de nuestra
incipiente tradición poética.
Ésta le debe un tono y
una prosodia que no se apartó
de nuestra lengua coloquial, y
el hecho de que éste fue
su instrumento para tratar las
más variadas cuestiones
estéticas y metapoéticas.
Quizás ha llegado el momento
de dejarlo vivir en nuestro barrio,
o invitarlo a que se siente en
nuestra mesa del café.
Para ello, tal vez sea necesario
escuchar sus textos y mientras
lo hacemos no disparar frases
como "se inclina por el
verso blanco". Pues podría
contestarnos: No siento inclinaciones
por el pentámetro yámbico
sin rima final. Metro que no es
original ni exclusivo de la lengua
inglesa, fue introducido por Henry
H. Surrey, un estudioso de los
modelos italianos, en su traducción
de La Eneida (libros II
y IV ). Tampoco me inclino por
su antecedente el versi sciolti
o endecasillabi Sciolti, aunque
el verso piano me trae constantemente
a la memoria la primera línea
de La divina comedia: "Nel
mezzo del cammin di nostra vita".
Si usted hallara un endecasílabo
en alguno de mis textos, diría
que se me piantó, después
de una relectura de Urania
de Manzoni.
1- Revista Sur,
Nº 291, 1964.
2- A. Gurri, La figura de
Alberto Girri, (internet),
2000.
3- Alberto Girri, La penitencia
y el mérito, Editorial
Sur, 1957.
4- Revista Crisis,
Nº 40, 1976.
5- Revista Plural,
México, (julio 1976).
6-Augusto Monterroso, Beneficios
y maleficios de Jorge Luis Borges,
Movimiento Perpetuo,
Alfaguara, 1999.
7- Jorge Luis Borges, El lenguaje
de Buenos Aires, Emecé,
1963.
8- Jorge Semprún, La
escritura o la vida, (pág.159)Tusquets,
Barcelona,
1998.
9-Alberto Girri, entrevista Jorge
Ricardo Aulicino y Daniel Freidemberg,
Diario de Poesía Nº
18.
10-Alberto Girri, Cuestiones
y razones (conversaciones),
Editorial
Fraterna, Buenos Aires1987 -prólogo
de Jorge Cruz)
11-Alberto Girri, Cuestiones
y razones (conversaciones),
Editorial
Fraterna, Buenos Aires1987 -prólogo
de Jorge Cruz)
12-Alberto Girri, Poemas elegidos,
antología, Losada, Buenos
Aires,
1965, prólogo Jorge Andrés
Paita.
13-Alberto Girri, El ojo,
Losada, Buenos Aires 1963.
14-Lao-Tsé, Tao Te Ching,
capítulo XXIV, (pág.
81) traducción D.C. Lau,
Penguin, Londres, 1979.
15-Alberto Girri, El motivo
es el poema (pág. 128)
incluído en Lo propio
lo de todos,Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 1980.
16- Alberto Girri, El motivo
es el poema (pág.50),
Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 1976.
17 -Alberto Girri, Diario de
un libro, (págs. 42-43,96)
Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1972.
18-Alberto Girri, El motivo
es el poema (pág.13-14),
Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1976.
19- Ezra Pound, Antheil an
the Treatise of Harmony, Chicago,
1927.
20-Eberhard Schulz, Zwischen
Glashaus und Wohnfabrik, Bremen,
1959.
21- Ezra Pound, Litterary Essays
of Ezra Pound, ed. T.S.Eliot (Londres,
1954).
22- Alberto Girri, Homenaje a
W.C. Williams, Sudamericana, Buenos
Aires,
1981.
23--William Carlos Williams, The
Autobiography, Random House, N.Y.
1951.
24-Alberto Girri, El motivo
es el poema, Sudamericana,
Buenos Aires,
1976.
25-Ferruccio Rosi-Landi, comentario
de Lenin citado en Linguistics
and
Economics, Mouton, 1975.
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