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Pier
Paolo Pasolini ( Bolonia, 1922 -
Roma, 1975): una vida hacia la libertad.
por
Susana Cattaneo
El
5 de mayo de 1922 en Bolonia (Italia),
nace Pier Paolo Pasolini.
Entre su madre que era una maestra
de enseñanza común
y su padre, teniente de infantería,
había grandes desencuentros
que influyeron en la vida de este
gran poeta y cineasta.
Su familia se traslada constantemente,
haciéndolo sentir nómada
y sin un lugar de referencia seguro.
Pero el tiempo pasa y a los 17 años
termina sus estudios de bachiller
superior y se inscribe en la carrera
de letras, en la universidad de
Bolonia. Por ese tiempo escribe
sus primeros poemas. A los 22 años,
los incluye en su primer libro que
titula "Poesía en Casarsa"
(que al cabo de más o menos
una década formaría
parte de "La mejor juventud"),
libro que está escrito en
italiano y en friulano, dialecto
de la madre.
El fin de la segunda guerra mundial
provoca un cambio de orientación
en la cultura y por lo tanto, en
la poesía. Se debe buscar
nuevos elementos para expresar esta
nueva realidad.
Surgen así numerosas revistas
y poetas jóvenes que ensanchan
en Italia el horizonte del género.
En la década de 1950 el diálogo
y la discusión entre los
últimos herméticos
y los poetas épico- narrativos
que surgen, se desenvuelve en varias
revistas, la más importante
de las cuales es "La Chimera".
Aquí aún gravita el
pasado en forma considerable. En
su forma programática, el
experimentalismo poético
se manifiesta por primera vez en
1955 en la revista boloñesa
"Officina", entre cuyos
directores figura Pasolini. Los
artículos que él publica
allí, marcan las distintas
direcciones del experimentalismo
y establecen sus límites
con respecto a las escuelas anteriores.
En su propia producción poética
ofrece Pier muestras contrapuestas
de su vitalidad creadora: fue lírico
y también escribió
literatura de compromiso.
En 1959 se traslada a Roma y comienza
para él una intensa etapa
creativa. Incursiona en los ensayos
("Pasión e ideología")
y prosa ("Chicos de la calle",
"Una vida violenta").
Su poesía adquiere un giro.
Escribe "El ruiseñor
de la iglesia católica",
"Las cenizas de Gramsci",
"La religión de mi tiempo",
donde se identifica con toda persona
víctima de la marginación.
"Del diario" es un libro
importante para comprender la lenta
transformación de su poesía
hacia nuevos horizontes urbanos
y es, además, un testimonio
del fin de su infancia.
Con sus libros poéticos,
se transforma en la dolorosa voz
de su tiempo que grita. Sus últimas
obras: "Poesía en forma
de rosas", "Poesías
inéditas" y "La
nueva juventud", se convierten
en un total acto de denuncia que
probablemente lo llevó a
su asesinato en 1975.
Muchas personas sólo lo asocian
a su actividad cinematográfica.
Sin embargo, como hemos visto, influyó
en la cultura no sólo a través
de sus películas.
En un momento Pier Paolo se declaró
"amigo sólo de los perros",
"obligado a vivir al margen
de las instituciones como un bandido".
A continuación, dos poemas
que pertenecen, respectivamente,
al libro "La mejor juventud"
(1952) y "Las cenizas de Gramsci"
(1957.
LENGUAJE DE LOS NIÑOS
EN LA TARDE
"Una
grave violeta viva se brinda
hoy, viernes..."
(No, calla, estamos en Casarsa,
mira las casas y los tiernos
árboles que tiemblan
sobre el borde del camino.)
"Una violeta se brinda..."
(¿Qué cosa
siento? Son las seis: un
aliso se dobla
bajo un soplo de aire.)
"Una violeta vive sola..."
Una violeta: ¿mi
muerte? Sentémonos
aquí sobre
este terrón de tierra
y pensemos.
"Una violeta, allí,
canta..."
Siento estos gritos de ceniza
bajo este hilar,
estrechándome contra
el pecho demasiado vivo,
el vestido.
"Deshecha por todo
el mundo, la violeta ríe..."
Es tiempo que recuerdes
estos gritos que se aprietan
desde
el horizonte azul con un
crujido que me embriaga.
"El azul..." palabra
desnuda, sola en el silencio
del cielo.
Entonces en Casarsa...son
las seis...recuerdo.
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LAS
CENIZAS DE GRAMSCI
No
es de mayo este aire impuro
que el oscuro jardín extranjero
hace aún más oscuro,
o lo deslumbra
con ciegas claridades...este cielo
baboso sobre altillos amarillentos
que velan en inmensos semicírculos
las curvas del Tíber, los
azulados
montes del Lazio...el otoñal
mayo
expande una paz mortal, desamorada
como nuestros destinos,
entre las viejas murallas. Adentro
está el
gris resplandor del mundo,
el final del decenio en el cual
se nos aparece
entre los escombros concluidos el
profundo
e ingenuo esfuerzo de rehacer la
vida,
el silencio, calado e infecundo...
Tú eras joven, en aquel mayo
cuando el error
era todavía vida en aquel
mayo italiano
que a la vida agregaba por lo menos
ardor,
cuántos menos aturdidos e
impuramente sanos
de nuestros padres -padre no, pero
humilde
hermano- ya delineabas
con tu delgada mano el ideal que
ilumina
(pero no para nosotros: tú,
muerte, y nosotros
igualmente muertos, contigo, en
el húmedo
jardín) este silencio. No
puedes,
¿lo ves?, más que
reposar en este lugar
extraño, todavía desterrado.
Un aburrimiento
patricio te rodea. Y descolorido,
sólo te llega algún
golpe de yunque
desde las oficinas de Testaccio,
amodorrado
en el atardecer: entre míseros
cobertizos desnudos,
montañas de latas, hierros
viejos, donde
cantando por vicio un muchacho ya
cierra
su jornada, mientras alrededor deja
de llover.
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