Virgilio
Piñera CUBA
SOLICITUD DE CANONIZACIÓN
DE ROSA CAGÍ
Por la presente tengo a bien dirigirme
a usted
para solicitar una plaza de
santa laica
en la Iglesia del Amor.
Un hombre me juró amor eterno,
pero su amor fue el infierno en
la tierra.
Poseo en mi cuerpo más estigmas
de los exigidos por su Iglesia,
mayor cantidad de lágrimas
que las expresadas en centímetros
cúbicos
en las planillas de las aspirantes
a ser canonizadas,
mayor número de horas de
insomnio,
y en mis rodillas unas callosidades
tan elocuentes
que mis amigas me dicen:
Rosa la genuflexa.
Una noche
me hizo caminar como perra,
maullar como niña
y cantar como anciana.
Otra noche,
me obligó a besar el retrato
de su amada,
y yo pensé que a lo mejor
él obligaba a su amada a
besar mi retrato,
y esa misma noche,
-no sabe cuánta pena me da
escribir esto-
me gritó degenerada.
En cuanto al requisito exigido por
su Iglesia:
"Amarás aunque te muelan
a palos",
puedo asegurarle
que mi amor es inconmensurable,
a tal extremo
que ese hombre es mi Sumo Bien,
Mi Todo y mi Nada.
Por tanto,
habiendo sido humillada,
ofendida, vilipendiada,
postergada y vejada;
habiendo sido configurada en esa
extreña latitud
que es ser muerta en vida.
Yo,
Rosa Cagí,
en pleno disfrute de mis facultades
mentales,
pido humildemente ser canonizada
como santa laica
con derecho a figurar en los altares
del horror.
ISLA
Estoy inundado de felicidad,
pero nada de aspavientos;
aunque estoy a punto de renacer
no por ello lo proclamaré
a los cuatro vientos
ni me sentiré un elegido.
No, sólo que me tocó
en suerte,
y lo acepto porque amén de
que no está en mi mano
negarme, sería por otra parte
una descortesía
que un hombre distinguido jamás
haría.
Pues el caso es que mañana,
a las siete y seis minutos de la
tarde,
voy a convertirme en una isla,
una isla como suelen ser las islas;
no es el caso andar ahora con precisones
geográficas,
baste saber que me convertiré
en una isla como todas las islas...
No, nada de sorpresas...
Ya se me ha anunciado que a esa
hora
mis piernas se irán haciendo
tierra y mar,
que, poco a poco, igual que un andante
chopiano,
empezarán a salirme árboles
en los brazos
y rosas en los ojos, y arena en
el pecho,
y que en la boca las piedras morirán
para que el viento pueda ulular
cuanto desee.
Después me tenderé
como suelen hacer las islas,
mirando fijamente el horizonte,
también veré salir
el sol y la luna
y así, lejos ya de la inquietud
diré muy bajito:
¿Así que era verdad?
BUENO, DIGAMOS QUE HEMOS VIVIDO
a
Lezama
Bueno,
digamos que hemos vivido,
no ciertamente -aunque sería
elegante-
como los griegos de la polis radiante,
sino parecidos a estatuas Kriselefantinas,
y con un asomo de esteatopia.
Hemos vivido en una isla,
pero no como quisimos,
mas como pudimos.
Aún así derribamos
algunos templos,
y levantamos otros
que tal vez perduren
o sean a su tiempo derribados.
Hemos escrito infatigablemente,
soñado lo suficiente
para penetrar la realidad.
Alzamos diques
contra la idolatría y lo
crepuscular.
Hemos rendido culto al sol
y algo aún más esplendoroso,
luchamos para ser esplendentes.
Ahora, callados por un rato,
para escuchar los crótalos
de la violencia,
las ciudades deshechas en polvo,
arder en pavesas insignes manuscritos,
y el lento, cotidiano goteo del
odio.
Mas, es sólo una pausa en
nuestro devenir.
Pronto nos pondremos a conversar.
No encima de las ruinas, sino del
recuerdo,
porque fíjate: son ingrávidos
y nosotros ahora empezamos.
Virgilio
Piñera. (Cárdenas,
1912 - La Habana, 1979). Empezó
a publicar con el grupo Orígenes.
En teatro publicó:"Electra
Garrigó, 1941"; "Falsa
alarma, 1948". En novela se
destaca "La carne de René,
1952" y "Cuentos fríos,
1956". Vivió en Buenos
Aires entre 1948 y 1956. Borges
le publicó algunos cuentos.
Como compilación de su obra
poética figura, "La
vida entera, 1969". La visión
de Piñera representa un aporte
fundamental del teatro del absurdo
en Cuba.