UNA
PARTIDA DE AJEDREZ (fragmento)
A la luz del hogar, bajo el
cepillo, los cabellos de ella
fulguraban en puntos lumínicos
encendiéndose en palabras, permaneciendo
luego
[salvajemente quietos.
"Mis nervios están agitados esta
noche, sí,
[descompuestos. Quédate conmigo,
háblame. ¿Por qué nunca hablas?
Habla.
¿En qué piensas? ¿Qué piensas? ¿Qué?
Nunca sé lo que piensas. Piensas".
Me
parece que estamos en el callejón
de las ratas
donde los muertos perdieron sus
huesos.
"¿Qué ruido es ése?
El viento bajo la puerta.
"¿Qué ruido es ése ahora? ¿Qué hace
el viento?"
Nada, otra vez nada.
"¿No sabes nada?
¿No ves nada? ¿No te acuerdas de
nada?"
Recuerdo
que lo que fueron sus ojos ahora
son perlas.
"¿Estás vivo, o no? ¿No hay nada
en tu cabeza?
Pero
O
O O O ese Rag shakespeheriano
es tan inteligente...
"¿Qué haré ahora" ¿Qué haré?"
"Me apresuraré a salir tal y como
estoy, y andaré por las calles
así, con el pelo suelto. ¿Qué haremos
mañana?"
"Qué haremos siempre?"
Agua caliente a las cuatro.
Y si llueve, un coche cerrado a
las cuatro.
Y jugaremos una partida de ajedrez,
fatigando nuestros ojos sin párpados
y esperando que
[llamen a la puerta.
traducción: Rodolfo Usigli.
Y hubiera valido la pena, después
de todo,
después de las tazas, la mermelada,
el té,
entre la porcelana, entre una plática
de ti y de mí.
Hubiera valido la pena
haber hincado el diente en el asunto
con una sonrisa,
haber comprimido el universo en
una bola
para rodarlo hacia alguna cuestión
abrumadora,
para decir:-"Soy Lázaro vuelto de
entre los muertos,
vuelto para decíroslo todo, os lo
diré todo"-
si una, arreglando una almohada
junto a su cabeza,
dijera: "No es eso lo que quise
decir, de ningún modo.
No es eso de ningún modo".
Y hubiera valido la pena después
de todo,
hubiera valido la pena,
después de las puertas del sol y
de los patios y las calles regadas,
después de las faldas que arrastran
por el piso-
y esto, y tanto más-
¡Imposible decir exactamente lo
que quiero decir!
Pero como si una linterna mágica
proyectara los
[nervios en pautas sobre una pantalla;
hubiera valido la pena
si una, arreglando una almohada
o quitándose un chal
y volviéndose hacia la ventana dijera:
"No es eso, de ningún modo,
no es eso lo que quise decir, de
ningún modo".