Susana Inés Nicolini - ARGENTINA
AGOSTO
Uno comienza a escribir
por la noche
para no morir:
un café, un cigarrillo
y esa paciencia de absoluto
que no se puede ejecutar.
Tal vez haya sido la música
el benefactor de la tarde
el silencio, no obstante,
se ufana en la piel.
A esa hora la vida es un hábito
y uno se da cuenta
que puede morir como cualquiera
que dejó la vida a medio hacer
creyéndola inagotable.
Qué oscura es la ciudad
cuando amanece
cuando laten las sienes
porque sabemos.
La pasión es algo distante
demasiado ajeno
demasiado falible,
sin embargo recordamos los días
en que le creímos
en que la vimos
cruzar la oscuridad
y enamorarnos.
Y uno vuelve a escribir
por la mañana
-costumbre pausada-
y otra vez nos queda
la escritura y el silencio,
ese grito constante
que a nadie le importa.
Victoria feroz de la experiencia.
A todos nos alcanzan
las flechas de algún dios.
DEL ESTE
Suena un lautarí sin asombro
la cuerda es única
y hay un sólo viento.
La noche es angular,
prístina y ciclópea,
dice más de mi
que toda mi memoria.
Mi tobillo es el aviso
para la vergüenza y el sigilo,
para el vino brotado
de azucenas,
y el azúcar perdido entre las lunas.
Quiero soñar que bailo
vestida de naranjos
abriendo las venas al verano,
riendo con cualquiera de mis bocas,
menos con la suya.
Pero sé que vendrá:
hombre,
y será breve su visita
y será pobre,
no habrá ni un beso,
acaso ni palabras.
Guarida de humo y heno seco,
forcejeando un torbellino
de palmas
mientras sangro de mentiras,
y febriles campanadas.
Quiero soñar con los azahares,
comensales ribeteados
de almíbar y guirnaldas.
Oigo el tañir de sus tacos
Quiero soñar que bailo…
LA INFIEL
No necesito tres días
para desplegar el hilo
y envolver el laberinto.
No es ésta medianoche
llagada con las piedras
las que lapidan
mi corazón intenso.
Es el exilio de la niebla
que nunca consiente al sol
en esa máscara de milagros
y vientos.
Antes
ya signaron mi destino.
No busco el acertijo
de golondrinas
ni el otoño cargado de hojas
para saber que el amor
es incertidumbre.
Ya estaba escrito en las cavernas,
cuando la luz fue una herida
y el hombre regresó aturdido.
Ya en ese momento supe
que había que enceguecer
para entender de amaneceres:
constelación de tantos infinitos.
Y también supe de ese
dios repetido, deshecho
en el cielo detenido.
Podrán mutilar mi piel
y quebrar mis huesos:
las formas del suplicio
son alternativas del tiempo
y la resignación.
Apenas reflejos subiendo
las paredes de su credo.
Yo creo en la metáfora
de tus días asomando,
mientras exhalo mi último
suspiro
porque en el paraíso salvable
había luz
y era mía.
VIAJERO
Las astillas de ésta noche
no caben en todas las tormentas,
ni sobra un solo grano de arena
para contar las noches
de mi espera.
Tampoco han de alcanzar las notas
de la música íntegra
para olvidar
ni una de las lágrimas
que por las madrugadas
silentes y confusas,
me arroparon –tan sólo- con
algunos látigos de viento
pulsando en mi ventana.
Todo no será suficiente.
Afuera están otros ojos
baldíos, francos, osados,
anhelantes,
comenzando a lamer
los filos de tus
trenes que ya parten.
Y yo te digo:
no seguiré la simetría de
las escaleras
para despedirte,
no me demoraré en abrazos
repetidos, para marcar
la suerte por la espalda.
En éste amor, no hay
nada que deslumbre:
ni un refugio soleado
ni un fragmento de pujo
compartido,
ni un aroma que tiña
las paredes para siempre.
Sólo tus labios y los míos
en besos fronterizos,
que como alas de un ave diferente,
se unieron, clandestinos,
para jamás dejar de ser
aliadas de la luna
y mártires de la distancia.
Todo no será suficiente…
mis gitanos verdes… y: Promesas
(copla)
He visto en un sueño
una ciudad española
unas manos enredadas
en hilos de castañuelas
casi, al lado, era mi casa,
y era la tierra firme
y los fragmentos de risa,
y los hijos por parir.
Y eran los cuatro vientos,
con sus promesas de noche
en su verbo fascinado
aromas de nardo y jazmín.
Pero eran manos de sal,
y alas de barro blando,
un beso disuelto en la boca,
un conjuro de arlequín.
Duele la lluvia mansa
que se derrama en mis ojos,
y la esperanza de ese sol
que se ocultó, hoy, de mi.
Duele la lluvia mansa,
quiero volverme a dormir.
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