Raúl
Gómez Jattin -
(1945-1997) COLOMBIA
Suicida
Airoso en su galope
Levantó la mano armada
Hasta su sien
Y disparó:
Suave derrumbe
Del caballo al suelo
Doblado sobre un muslo
Cayó
Y sin un solo gemido
Se fue a galopar
A las praderas del cielo.
(De
Amanecer en el valle del Sinú
1983-1986)
Yo
tengo para ti mi buen amigo
un corazón de mango del Sinú
oloroso
genuino
amable y tierno
(mi resto es una llaga
una tierra de nadie
una pedrada
un abrir y cerrar de ojos
en noche ajena
unas manos que asesinan fantasmas)
Y un consejo
no te encuentres conmigo.
Ya
para qué seguir siendo árbol
si el verano de dos años
me arrancó las hojas y las
flores
Ya para qué seguir siendo
árbol
si el viento no canta en mi follaje
si mis pájaros migraron a
otros lugares
Ya para qué seguir siendo
árbol
sin habitantes
a no ser esos ahorcados que penden
de mis ramas
como frutas podridas en otoño.
Más
allá de la noche que titila
en la infancia
Más allá incluso de
mi primer recuerdo
Está Lola -mi madre- frente
a un escaparate
empolvándose el rostro y
arreglándose el pelo
Tiene ya treinta años de
ser hermosa y fuerte
y está enamorada de Joaquín
Pablo -mi viejo-
No sabe que en su vientre me oculto
para cuando necesite
su fuerte vida la fuerza de la mía
Más allá de estas
lágrimas que corren en mi
cara
de su dolor inmenso como una puñalada
está Lola -la muerta- aún
vibrante y viva
sentada en un balcón mirando
los luceros
cuando la brisa de la ciénaga
le desarregla
y el pelo y ella se lo vuelve a
peinar
con algo de pereza y placer concertados
Más allá de este instante
que pasó y que no vuelve
estoy oculto yo en el fluir de un
tiempo
que me lleva muy lejos y que ahora
presiento
Más allá de este verso
que me mata en secreto
está la vejez -la muerte-
el tiempo incansable
cuando los dos recuerdos: el de
mi madre y el mío
sean sólo un recuerdo solo:
este verso.
(De
Retratos 1980-1986)
Si
quieres saber de Raúl
que habita estas prisiones
lee estos duros versos
nacidos de la desolación
Poemas amargos
Poemas simples y soñados
crecidos como crece la hierba
entre el pavimento de las calles.
El que no entendió nunca
Fuiste un testigo indolente
ni comprendiste
Ni ayudaste a la víctima
Fuiste un cómplice de la
perfidia y la ignorancia
Tácitamente aceptaste
que aquel hombre no valía
la pena
Cuando lo llevaban al matadero
estabas cerca de él
y sólo miradas de rencor
le prodigaste
Cuando te preguntaron
si aquel amigo que aparecía
en sus poemas eras tú
lo negaste airado
¿Hoy que vives entre cosas
cotidianas
te olvidas de aquella época
ilustre
cuando a tus pies tuviste la poesía?
(De Retratos 1980-1986)
Poetas, Amor Mío
Los poetas, Amor mío, son
Unos hombres horribles, unos
Monstruos de soledad, evítalos
Siempre, comenzando por mí.
Los poetas, amor mío, son
Para leerlos. Mas no hagas caso
A lo que hagan en sus vidas.