Marco
Antonio Montes Oca
MEXICO
Don
de lenguas
Para Héctor Manuel Ezeta
Mi boca, horno de cada nombre,
encadena cada sílaba,
impulsa la emisión verbal
como estela corrediza
que me lleva inmensidad adentro,
fardo palpitante, agolpada incandescencia
donde apenas el alma sobrevive
sólo porque el estremecimiento
no llega a ser recuerdo,
pero sí botón de arranque,
don de lenguas que modula
palomas de aire,
criaturas vivas, no palabras,
ángeles que liman la distancia
y exhalan gotas
con leyes propias,
esferas con el universo adentro,
frases pulidas
como los huesos de la noche,
calabazas que al fin maduran
y esparcen como un sahumerio
gérmenes de dioses
a los cuatro vientos
Consejos a una niña tímida
o en defensa de un estilo
Man be my metapho
Dylan Thomas
Me gusta andarme por las ramas.
No hay mejor camino para llegar
a la punta del árbol. Por
si no bastara, me da náuseas
la línea recta, prefiero
al buscapiés y su febril
zigzag enflorado de luces. Y cuando
sueño, veo frontones apretujados
de joyas donde vegetaciones de relámpagos
duran hasta que enhebro en ellos
conchas tornasoladas en el más
profundo gozo. ¡Al diablo
con las ornamentaciones exiguas
y las normas de severidad con que
las academias podan el esplendor
del mundo!
Y tú, niña mía,
no vengas a lo de ahora en la noche
con un frugal listoncito en el corpiño
y las manos desnudas. Quiero ver
sobre la parva cascada de tu pelo,
esa tiara de ojos verdes que hurté
para ti cuando el saqueo y la sinrazón
tiranizaron mis sentidos e irguieron
en el osario las clarinadas del
escándalo. Atrévete
a venir vestida de exultación
y de verano. Y si al pensar en los
riesgos te inquietas, no hagas caso,
piérdete en cavilaciones
sobre la estructura íntima
de Andrómeda. Levanta el
cuello de tu abrigo. Mira de arriba
abajo como una estrella desdeñosa.
Y cuando estemos lejos de este mitin
de notarios castrados, cuando tu
cauda de vajillas rotas les haya
perforado los delicados tímpanos,
tú y yo nos complaceremos
como nadie en un ramo de flores
rústicas.