CECILIA
MEIRELES (1901 - 1964)
BRASIL
LAMENTO
POR EL HIJO MUERTO
Versión
de Raúl Navarro.
Huye
dentro de la noche,
reaprende a tener pies y a caminar,
descruza los dedos, dilata la nariz
a la brisa de los ciprés,
corre entre la luna y los mármoles,
ven a verme,
entra invisible en esta casa y tu
boca
de nuevo a la arquitectura de las
palabras habitúa
y tus ojos a la dimensión
y a las costumbres de los vivos.
Ven acércate, aunque ya estés
disuelto
en los fermentos de la tierra, desfigurado
y descompuesto.
No te avergüences de tu olor
subterráneo,
de los gusanos que no puedes sacudir
de tus párpados,
de la humanidad que peina tus finos,
fríos cabellos acariciantes.
Ven como estés, mitad persona,
mitad universo,
con dedos y raíces, huesos
y viento, y tus venas en camino
del océano,
hinchadas, sintiendo la inquietud
de las mareas.
No vengas para quedarte, sino para
llevarme, como antes
yo te traje también,
porque hoy eres dueño del
camino,
eres mi guía, mi guardián,
mi padre, mi hijo, mi amor.
Condúceme adonde quieres,
a lo que conoces.
En tu brazo recíbeme y caminemos
forasteros las manos dadas,
arrastrando pedazos de nuestra vida
en nuestra muerte,
aprendiendo el lenguaje de esos
lugares, buscando los amos
y sus leyes,
mirando el paisaje que comienza
del otro lado de nuestros cadáveres,
estudiando otra vez nuestro principio,
en nuestro fin.
COMENTARIO DEL ESTUDIANTE DE
DIBUJO
Versión
de Teresa Arijón y Sandra
Almeida
Entre
el eje y las puntas del compás,
Dios mío, ¡qué
distancia penosa,
qué giro difícil,
qué pesado manejo!
¿Es cierto que la circunferencia
está hecha,
para toda la eternidad
aquí en el inmóvil
tornillo de lo alto,
soñada, prevista en la perfección
total de la aureola?
Dios mío, Dios mío,
¿es cierto que sólo
en el camino del trazo
se va de punto a punto,
de dolor a dolor,
con miedos de principio y fin,
girando cautelosamente?
EPIGRAMA Nº5
Versión
de Teresa Arijón y Sandra
Almeida
Amo la gota de agua que hace equilibrio
en la hoja lisa, temblando al viento.
En el océano del aire el
universo vibra, secreto:
y ella resiste en su aislamiento.
Simple cristal, retiene la forma
en el instante incierto,
dispuesto a caer, dispuesto a quedarse
- límpido y exacto.
Y la hoja es un pequeño desierto
para la inmensidad del acto.
ESTIRPE
"Los mendigos mayores no dicen
nada, no hacen nada.
Saben que es inútil y exhaustivo.
Se dejan estar. Se dejan estar.
Déjanse estar al sol o a la
lluvia, con el mismo aire de entero
valor,
lejos del cuerpo que dejan en cualquier
lugar.
Entretiénense en extender la
vida por el pensamiento.
Si alguien habla, su voz huye como
un pájaro que cae.
Y es de tal modo imprevista, innecesaria
y sorprendente
que para oírla bien tal vez
giman algún ay.
¡Oh, no gemían, no!...
Los mendigos mayores son todos estoicos.
Pondrán su miseria junto a
los jardines del mundo feliz
pero no quieren que, desde el otro
lado, sepan de la extraña suerte
que los recorre como un río
un país.
Los mendigos mayores viven fuera de
la vida: se excluyeron.
Abren sueños y silencios y
desnudos espacios a su alrededor.
Tienen su reino vacío, de altas
estrellas que no cobijan.
Su mirar jamás mira y su boca
no llama ni ríe.
Y su cuerpo no sufre ni goza. Y su
mano no toma ni pide.
Y su corazón es una cosa que,
si existiera, súbito olvidaría.
¡Ah!, los mendigos mayores son
un pueblo que se va convirtiendo en
piedra.
Ese pueblo, que es el mío"